lunes, 6 de agosto de 2012

CAPITULO CUARTO

Bien antes de este cap algunos recordatorios:

Los rombitos son cambios de escena, < > son pensamientos, << >> son frases en voz alta.

El capítulo tiene narrador omnisciente y está en tiempo presente, excepto en los *flashback*. 



EL CORAZÓN TIENE RAZONES QUE LA RAZÓN IGNORA



Si el corazón palpita al ritmo de dos voces distintas y ya nada se puede hacer para detenerlo, 
habrá que preguntarse, con cuál palpitaría por siempre y con cual dejaría de palpitar si faltase”



<<Bendito el lugar y el motivo de estar ahí…>>  la música proviene de un pequeño radio en la esquina de la librera, son las 7:00 de la mañana, la radio tiene media hora funcionando sin que nadie le preste atención.

Era el primer día de clases, que comenzaban a las 7:30 en punto, Blanca llevaba poco menos de cuarenta minutos arreglándose. Como ya era costumbre su despertador no funcionaba adecuadamente o podría deberse a que ella inconscientemente lo apagaba minutos antes que sonara y volvía a dormir, generalmente despertaba sobresaltada por la voz de su madre, al notar la tardanza tomaba uno de los conjuntos en su armario y alistaba sus útiles; comía su desayuno mientras su padre leía la sección de nacionales del periódico y comentaba algo gracioso para que sus tres hijas comenzaran el día con una sonrisa. El chofer  se encargaba de llevarlas a ella y a sus hermanas menores al colegio de monjas donde estudió once años de su vida, fue un lugar donde pasó los mejores y peores momentos de su infancia, aunque para su buena fortuna siempre ganaron los buenos; conoció personas que llevaría en el corazón y se dio cuenta por primera vez cuanto le gustaba el teatro, y cuanto amaba también el taekwondo.

Pero este día en especial, Blanca no estaba en su casa, su madre no estaba ahí para despertarla, no existía el olor a pan recién horneado por la simpática cocinera, su padre no leería el periódico para ella y no necesitaba ir en automóvil para llegar a su clase. Estaba a cientos de kilómetros de Barcelona, de su hogar, del sol que cegaba en los días de verano, la playa que tantas veces visitó y de toda una vida como la conoció. Había soñado toda la noche con sus recuerdos, se vio montando su antigua bicicleta azul con listones celestes en las manecillas, a su hermana pequeña corriendo después de quitarle a Celia, su muñeca favorita, a su madre arroparla en un día de frio, a sus amigas del colegio siempre riendo de todo y de nada, recordó cuando encontró a su segunda hermana revisando su diario, y a su padre mirándolas a ambas, con seriedad pero nunca con enojo…

<<Bendito el reloj que nos puso puntual ahí>>  la música la hace entrar en razón, salta de la cama y ve el reloj colgado en la pared: “7:02 am, temperatura 27°C”  pero que le importa a ella la temperatura, está a veintiocho minutos de llegar tarde a su primera clase como universitaria.
Se ducha y viste con una velocidad cercana a la de la luz, o así lo siente ella, trata de mejorar el estado de su cabello, un poco alborotado por el moño que se hizo para no mojarlo en el baño; oye un sonido proveniente de la puerta y resulta ser Madeleine su compañera de habitación, que se ve radiante y lista para ir a clase.  La chica la ve con cierta curiosidad pero Blanca solo se limita a tomar su bolso, apagar la radio que aún sigue sonando y salir del cuarto lo más rápidamente posible.

Blanca conversa por un momento con su compañera, que también tiene clases en el mismo edificio al que ella se dirige. Es cuando están frente a la puerta de su salón que la chica española respira hondo y se aproxima a la primera fila de pupitres, se sienta justo en medio del aula.

Saca sus lapiceros y un cuaderno para tomar apuntes, sabe que en esta clase aún no conoce a nadie, piensa en Violet, Luna y Frank, ellos también deben estar en sus respectivas aulas < ¿estarán tan nerviosos como ella?> < ¿ya habrán encontrado a alguien con quien platicar?> < ¿habrán desayunado?>  al pensar en lo último oye un leve rugido proveniente de su estómago, trata de disimularlo, y luego piensa en la comida de la noche anterior, <los bocadillos de la fiesta estaban exquisitos> , otro rugido ahora más fuerte ,  se obliga a no pensar más en comida. Distrae su pensamiento recordando la actuación de Frank con esa chica del vestido rosa, fue emocionante oír tantos aplausos y gritos al unísono, solo Luna había parecido un poco desinteresada, <paso toda la noche pensativa, y cuando podía veía hacia los lados por todo el salón, ¿buscaría a alguien?>  o podría ser solo su imaginación.

<<Buenos días jóvenes, soy el Licenciado Ocampo y estaré a cargo de la materia Introducción a la Psicología 1 >> el saludo del catedrático la saca de sus pensamientos, más tarde iría a la cafetería, y por la tarde al club de teatro y al de Taekwondo, eso la emociona y esboza una sonrisa, se imagina muchas cosas, pero ninguna como lo que pasaría.

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El reloj clavado en la pared marca la 1:50 pm, han pasado más de seis horas desde que comenzó su rutina universitaria. Se despertó temprano para ser uno de los primeros en llegar a clases, casi no sintió pasar la mañana con tanta nueva información en su cabeza, apenas si tuvo tiempo de tomar un almuerzo ligero y así poder llegar a tiempo al club de teatro. Se había inscrito un mes antes y ahora no podía esperar a ver el teatro, lo imaginaba amplio y lujoso, como todo en la universidad.

 Jean Paul examina la sala de teatro con admiración, fija sus ojos cafés en las enormes cortinas que se amontonan en los extremos del escenario, cuando el sonido de muchos pasos corta su inspiración. Son los otros chicos y chicas que forman parte del club, quienes sonríen y lo saludan, se presentan y se sientan en las butacas, notan rápidamente que falta uno de ellos, el curso consta de doce personas y haciendo cuentas solo hay once de ellos. << Sea quien sea debe darse prisa, si llega después que el maestro, está perdido>> dice Jean a los demás, unos últimos pasos apresurados se escuchan por el pasillo, es una chica de cabello castaño claro y ojos grandes de color chocolate. La jovencita se acerca al grupo con la respiración entrecortada y sus mejillas encendidas, trata de reponerse un poco antes de presentarse.

--- ¡Hola!- respira hondo antes de continuar- creó que llegue justo a tiempo, soy Blanca- dice sonriendo a todos pero volviendo la cabeza hacia un lado y fijando sus pupilas en las del chico de cabello negro que la observa.

La aguja horaria indica ahora las 2:00 pm en punto y  el reloj emite un típico cú-cú. Todos saludan a la recién llegada, excepto el muchacho junto a ella, quien tarda unos segundos más en reaccionar y pronuncia con nerviosismo un <<Bienvenida>>. Ella no responde al saludo porque el maestro por fin ha llegado y deben guardar silencio, pero siente un leve temblor en sus manos y las mejillas calientes, se limita a poner atención.

El maestro lleva puesta una túnica beige, que despide un peculiar olor a loción de pino. Saluda con una fría introducción << Buenas tardes, pueden llamarme Messie Lumier>>, todos repiten a coro <<Buenas tardes, Messie Lumier>>, él recién llegado contempla a cada uno de los muchachos y sin más saca un libro de su portafolio, señala a un joven delgado y le pregunta su nombre. <<Jean Paul Girard >> responde él, viendo a los ojos del profesor, <<bien Jean Paul, tú serás mi secretario, tomarás nota de todos los asuntos importantes, ¿entendido?>>, el muchacho tartamudea un poco al contestar << si por supuesto Messie Lumier>>. Los demás ríen un poco al ver la reacción del chico; pero callan al notar la ceja levantada del profesor, en un gesto no muy agradable.

--- Tu primera tarea como secretario, será recitar este poema- le entrega un libro en las manos. Él lo toma, hojea la página marcada con un separador, lo mira durante algunos segundos, y al momento Messie Lumier lo arrebata bruscamente de sus manos- bien, puedes comenzar- sentencia antes de sentarse en una de las butacas, e instar con un gesto al chico para que pase al frente.

Jean titubea unos instantes, siente sus manos sudar y su cabeza en blanco, no comprende porque el profesor le está haciendo esto, pero sabe que no va a dejar amedrentarse fácilmente. Levanta la cabeza y mira los varios pares de pupilas que ahora están sobre él, aunque es un par en especial, unas orbes oscuras y almendradas que llaman su atención. La jovencita sonríe para él mientras susurra <<suerte>>, él logra leer sus labios, y esa simple palabra le despeja la mente, la sangre parece volver a circular hacia su cerebro y de un momento a otro, todo se clarifica. Carraspea un poco antes de empezar y con un compás suave y musical, recita.

<< Podrá nublarse el sol eternamente,
podrá secarse en un instante el mar,
podrá romperse el eje de la Tierra como un débil cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí,
podrá apagarse la llama de tu amor. >>

Los aplausos no se hacen esperar, Messie Lumier se levanta aun aplaudiendo, <<Magnific>> pronuncia al dar una palmada en el hombro del chico. Jean toma asiento, aún con un leve temblor en el cuerpo y su corazón a punto de explotar, debe admitir que la causa es más porque está consciente que Blanca tiene los ojos sobre él, que por pasar al frente.

<<Todo buen actor es un amante del arte, y todo amante del arte debe saber como mínimo ciertos poemas, he elegido uno de ellos, para probar si merecías el lugar de secretario…>> se pasea con una mano en la cintura, <<…y como siempre no me he equivocado, tienes talento, pero para estar en este grupo no solo se necesita talento, si no …pasión…dedicación…constancia >> arrastra las palabras mientras habla y saca otros tres libros de su portafolio << y es lo que cada uno de ustedes tendrá que demostrar en el transcurso de este año…>> mueve su dedo índice, e indica a una señorita de cabello corto y tez morena. Durante toda la clase dirige preguntas a cada estudiante, algunas sobre la historia del teatro, otras sobre autores famosos, ninguna va dirigida a Jean Paul, lo que es bueno para él porque no logra concentrarse como es debido, no después de la forma en que Blanca lo había mirado.
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Blanca camina despacio por uno de los múltiples pasillos de la facultad de humanidades, se dirige al otro lado del gran jardín que tiene ahora frente a ella, ahí la está esperando su segunda mayor pasión, el taekwondo, está emocionada y no logra quitar la sonrisa de su rostro, además persiste un molesto sonrojo. No sabe precisamente a que se debe, prefiere asumir que es el clima, el sol, o el ritmo de su caminata; pero, se da cuenta que es un día con brisa, el sol se esconde detrás de una nube y ella camina lentamente para saborear con más lentitud sus recientes recuerdos.

*Flashback*

--- Bueno es todo lo deben saber por el momento, ahora quiero recordarles que el teatro es una pasión que nace del corazón y solo deben quedarse los que quieren comprometerse en serio, si tienen otra pasión que hace latir su corazón con más fuerza, entonces no pierdan el tiempo aquí, nos vemos mañana muchachos- el profesor Lumier vio con ojos intrigantes y acusadores a cada uno de los doce presentes antes de retirarse, por fin salió del teatro dejando un imperante olor a pino que se desprendía de sus ropas.

Algunas muchachas se acercaron a Jean Paul para felicitarlo, el chico era un poco delgado y tenía facciones finas y agradables, pero quizás su mayor atractivo era hasta el momento su voz, demasiado profunda para pertenecer a un adolescente, al menos al momento de declamar. Blanca pensaba en sí debería acercarse, pero en vez de ello subió de nuevo al escenario, respiró profundo para sentir ese especial aroma de los teatros entrar a su olfato, Jean Paul se limitaba a seguirla con la mirada hasta que aclaró un poco la voz y por fin habló.

      --- Entonces… ¿vienes de España?- Jean sintió como se le subían los colores al ser enfocado por la chica.

      ---Sip – dijo ella, mientras seguía caminando observando las luces- ¿cómo lo supiste?- lo interrogó tratando de no pensar en cosas que no eran, seguramente él estaba preguntando solo por curiosidad.

      --- ah- ah sí- su voz se quebró un poco- por tu acento – se paró recto y dijo con cierta ceremonia- además tus ojos almendrados son hermosos- se arrepintió de inmediato de su comentario al ver la inexpresividad de ella- … hermosos por el color, ya sabes lo que dicen que las españolas se reconocen por sus ojos oscuros y almendrados- trató de disimular su falta de aire en los pulmones y su taquicardia.

       --- Si lo sé, gracias, eres muy observador – dijo Blanca sin parecer aludida.

     --- Un extraño silencio se acomodaba entre los dos-oye, por cierto, gracias- trató de modular su voz, para hacerla sonar tierna.

     --- ¿Gracias? ¿Por qué?-ella tomó un libro que dejó sobre el escenario instantes antes, y lo acomodó en sus brazos.

     ---Por darme ánimo, al pasar al frente…- sintió como un escalofrío lo recorría de arriba hacia abajo <… y si sólo fue tu imaginación, no puedes ser más estúpido> pensó, esperando una respuesta.

     --- Oh! Eso, sí claro, de nada, además tú no necesitas ánimo, eres “magnific”- rió al tiempo que imitaba al profesor, y los ánimos empezaron a relajarse- Hmmm, me tengo que ir- musitó un poco apresurada.

     --- ¿Cómo?...- intentó detenerla, proponerle acompañarla, decirle cuanto bien le habían hecho sus palabras. Pero nada de eso sucedió, sus labios apenas se movieron, y sus pies parecían pegados al piso- ¿ya te vas?- fue lo único que alcanzó a exclamar con claridad, antes que Blanca se precipitara a la salida, dejándolo con un sin sabor que dudaría hasta el día siguiente cuando volviese a estar junto a ella.

      --- Sí, nos vemos mañana Jean Paul- dijo la jovencita despidiéndose con un gesto rápido de muñeca, y saliendo de la sala lo más rápido que sus pies le permitieron.      *
             
Suspira al pensar de nuevo en el chico del grupo de teatro, <es atento y muy simpático> piensa, ve los arboles oscilar con el viento, < “…además tus ojos almendrados son hermosos”> se descubre recordando por enésima vez el cumplido que el muchacho le había dedicado y nota los latidos de su corazón irregulares. Se vuelve a reprender por su timidez < tienes que dejar de huir Blanquita, tal vez Jean quería acompañarte, aunque y si solo fue tu imaginación…> <mañana lo sabrás. Y  qué hay de lo que dijo el profesor, acaso no puede una persona tener dos pasiones, yo quiero estar en teatro… pero quiero estar también en Taekwondo, no le veo nada de malo a eso, además para el festival harán parejas, y si gano el protagónico… Romeo y Julieta, Jean sería un buen Romeo… >  muchos pensamientos pasan por su cabeza, pero pronto ve una cancha de futbol junto a un gimnasio, ahora su emoción se renueva y decide entrar al lugar.

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--- ¡Violet!¿qué haces aquí?- interroga Blanca con asombro a causa de encontrar a su amiga, a la que no tuvo oportunidad de ver en todo el día, justo en el gimnasio.

La aludida usa un gorro para natación y lleva encima de sus hombros una toalla, acaba de salir de la piscina, desde hacía dos horas se encontraba en las extenuantes pero divertidas prácticas de  nado sincronizado; su entrenadora, una mujer muy poco amable, les exigió a ella y a todas las chicas del equipo practicar día y noche, con la intención de ganar el campeonato regional de ese año.
--- Hola- se saludan de beso en la mejilla- practicando un poco, acabo de conocer a mi entrenadora, y es una mujer… - ve a su derecha e izquierda antes de hablar y nota la presencia de algunas compañeras del equipo-…difícil- hace una cara de disgusto un poco graciosa, que hace reír a su amiga.

En ese momento algo llama poderosamente la atención de Blanca, es un combate de Taekwondo. Ve a dos muchachos hacer movimientos propios de la técnica, ligeros y contundentes, sus ojos se focalizan en el chico que luce cinturón azul con puntas rojas, unos pocos cabellos salen del casco de protección estos son negros y combinan con su piel trigueña. Ella parece en un extraño estado de hipnosis, y tras varios intentos fallidos por hacerla volver en sí Violet decide despedirse, ella reacciona por unos segundos y se despide con un rápido <<Bye>>, la chica rueda los ojos y se dirige a las duchas del gimnasio.

Su acompañante también avanza, pero en dirección al escenario de la pelea, mira con detenimiento cada indicación del maestro y como es acatada por los chicos. Parece que el tiempo se ha detenido y el enfrentamiento termina; los participantes paran en seco, tratando de poner en calma sus respiraciones agitadas y sus pulsos acelerados por la adrenalina. Es apenas un instante en el que los ojos cafés del contrincante con cinta bicolor se acomodan en las pupilas de la chica que lo observa a unos metros, los ruidos que producen los demás jovencitos entrenando, el agua de la piscina, las indicaciones del maestro, los colores y olores; todo se desvanece, por un milésima de segundo interminable, todo se congela, son solo ellos dos… pero pronto escuchan de nuevo el alboroto a su alrededor, ambos retiran la vista un poco abrumados.

---Y bien jovencita, ¿quién eres tú? – la voz proviene de una mujer alta y de cabello negro y rizado, con complexión atlética y mirada retadora; se acerca a Blanca quien aún permanece en el mismo sitio desde hace algunos minutos.

--- Soy Blanca Santillana, la nueva integrante del club de taekwondo, revisé las listas de alumnos aceptados y…- se pone nerviosa, pues la vista de todos los demás alumnos ahora apunta a ella, es interrumpida por su interlocutora.

--- Bueno, ya entendí,  tranquila, solo me aseguraba que no fueras de esas curiosas que solo vienen aquí porque piensan que el gimnasio es solo una pasarela de muchachos musculosos, y no hacen más que incomodar. Soy Miranda, entrenadora del equipo- su mirada se endulza un poco, llama al grupo para presentarles a la muchacha.

---Oh no, claro que no, estoy aquí porque me fascina este deporte, y siempre quise estar en un club profesional, mucho gusto señorita Miranda- trata de sonreír para los que la observan minuciosamente, de pies a cabeza, sin ningún disimulo.
La entrenadora ríe un poco << ahórrate el señorita, solo Miranda>> le dice, mientras todos ven a la recién llegada con curiosidad. El grupo está formado por once jóvenes, siete chicos y cuatro chicas; algunos son altos y otros medianos, todos tienen la masa muscular bien formada como producto de años de entrenamiento, incluso las chicas  se ven fuertes. Es por esta disparidad que tienen en sus ojos curiosidad y burla, Blanca no es tan alta como ellos, tampoco se ve fuerte y sus músculos no saltan. Algunos comienzan a reír un poco, al ver a esta niña que no aparenta más de 16 años, con el objetivo de formar parte del equipo.

Miranda intervino de nuevo << Atención, muchachos, ella es Blanca, será su nueva compañera; quiero que la traten como una más del grupo, como siempre les digo “nada de favoritismos, ni exclusiones”, aquí todos nos ayudamos y trabajamos en equipo, ¿está bien?>>pregunta de manera general, uno de los más altos, levanta la mano << ¿que no está prohibida la entrada de menores de edad?>> habla en tono burlón y varios le siguen el juego, se escuchan algunas carcajadas.

<< Cumplí 18 años el diciembre pasado>> Blanca intenta defenderse, pero lo cierto es que no cree poder soportar mucho más el nudo en su garganta, siente ganas de irse, pero su voluntad la hace permanecer firme <“Nada que valga la pena será fácil”> las palabras de su padre resuenan en su cabeza, y ella está ahí para cumplir un sueño. << Quiero diez vueltas a la cancha, ¡¡ahora!!>> grita la entrenadora al muchacho que previamente levantara la mano, algunos ríen, <<pero, entrenadora…>>, apela el chico, << veo que les causa gracia, quienes quieran acompañarlo son libres de reír, y tú ¡¡a la cancha!! ¡¡Ya!! ¡¡O quieres que sean veinte!!>> señala al chico, que sale corriendo a la cancha.

Los demás comienzan a dispersarse, << El primer día siempre es difícil, pero yo sé que pronto cambiaran de actitud>> la mujer sonríe para brindarle un poco de apoyo. Blanca habla tratando de pronunciar con firmeza las palabras << Lo sé, ellos creen que soy débil, pero solo porque no he tenido su entrenamiento, solo tomé unas cuantas clases particulares en el colegio, pero le aseguro que me pondré al día y pronto estaré a su nivel>>, la entrenadora ve complacida la determinación de la jovencita, le recuerda un poco a lo obstinada que era ella a su edad, aunque también cuantos tragos amargos tuvo que pasar antes que alguien la tomara enserio. << No dudo que será así, recuerda niña, la valentía de un campeón no está en su fuerza física, está en su corazón, y veo que tú de eso tienes mucho>>, le guiña un ojo, y logra sacarle una pequeña sonrisa a la chica. Miranda observa a algunos de sus alumnos << Daniel, hazme el favor de venir>> dice al muchacho que usa una cinta azul con puntas rojas.

--- Si entrenadora- llega al lugar en que se reunió el grupo momentos antes.

--- Tú eres uno de mis mejores estudiantes, y creo que serás un gran tutor. Quiero que instruyas a Blanca en todas las técnicas básicas, en un mes evaluaré su desempeño, y veré si esta lista para los combates y para los entrenamientos junto a todos los demás, si necesitas ayuda siempre puedes acudir a mí- dice con un tono de orden a Daniel, que solo se limita a asentir, y ve de reojo a la joven que tiene frente a él; Miranda da un último vistazo a ambos y se aleja de ellos.

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El chico hace una seña con la mano para que lo siga, se alejan un poco del escenario, caminan en línea recta y finalmente llegan a un cuarto ubicado al final del gimnasio. El hace un gesto para que entre, ella duda un poco, pero al ver a algunas niñas dentro decide pasar. Él va directo a un gran cofre de madera, lo abre, y saca un traje blanco y una cinta naranja. Blanca lo entiende, es su nuevo uniforme de taekwondo, se fija como él lo saca con cuidado y lo pone en uno de los sofás, ahora se dirige a un escritorio caoba en la esquina del cuarto.

Sus pensamientos comienzan a perderse en los cabellos negros del muchacho, sin el casco puede observar con libertad sus mejillas bronceadas y sus ojos cafés, su nariz es un poco respingada, piensa en la nacionalidad de <Daniel> así lo había llamado la entrenadora; desecha la posibilidad de Europa, pues sus rasgos delatan un toque diferente a los demás muchachos, piensa en Estados Unidos pero lo descarta. Él está sentado buscando algo en una de las gavetas, se pone de pie repentinamente y ella no puede evitar recorrer su traje blanco, que le queda a la medida, casi puede ver los músculos que se esconden bajo las mangas, aun así, sigue siendo delgado. < ¿Por qué me miró así cuando llegué al escenario? Habrá sido una casualidad… sí claro, es lo más seguro >  su corazón late con fuerza, y amenaza con salir trotando de su pecho cuando piensa de nuevo en esa mirada. Vuelve a ver al atareado joven y siente un escalofrió, junto con un insistente cosquilleo en el estómago, jamás se había sentido así antes, excepto por < Jean Paul…, él es diferente, es simpático; en cambio este chico es reservado y cortante, no me ha dicho una sola palabra desde que Miranda nos dejó solos, ¿espera que yo le hable? , no lo haré, o ¿debería hacerlo? , ¿porque me siento así?, es solo un desconocido, seguramente no seremos amigos> intenta convencerse de ello, cuando la voz grave de Daniel interrumpe sus cavilaciones, y dispara de nuevo su pulso a niveles alarmantes.

--- No seremos amigos- dice el chico que le dedica una fría mirada, al tiempo que le entrega un traje de entrenamiento y varios folletos.

La chica disimula la sorpresa y el sentimiento de vació que le causan esas palabras. Se percata que ahora están solos en la habitación, pues las demás alumnas han salido ya.
Toma los objetos con desdén fingido, sus manos se rozan levemente y nota un poco de rubor en las mejillas de su ahora tutor, lo mira con indiferencia; ella siempre trata de ser amena, pero este muchacho en especial, le provoca sentimientos encontrados, a los que aún no sabe poner nombre.

--- No seremos amigos…- repite, mientras se encamina a la salida de la sala.

--- Eso ya lo dijiste, ¿a qué hora vengo mañana “tutor”?- interrumpe Blanca con una actitud desafiante, que la hace sentir distinta, y que apenas comienza a descubrir.

--- Ven a las 2:00pm, creo que nos llevaremos toda la tarde en estudiar las técnicas básicas, lee lo folletos que te di…- están de nuevo en el gimnasio, él quiere agregar algo más, pero ella interviene una segunda vez.

--- A las dos no puedo, tengo otro taller en mis actividades, será a las 3:00pm, estaré puntual… ah y no te preocupes se perfectamente los movimientos básicos, no tienes que esforzarte demasiado “tutor” – ese nuevo sentimiento de poder, producido por la poca amabilidad y la forma directa de sus palabras, empieza a gustarle. Estaba decidida a no mostrarse amable, sentía que Daniel no tendría cortesías con ella, por primera vez la idea de devolver la misma moneda se apoderó de su acelerado corazón.

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Su compañero pensó un poco la respuesta. La jovencita que tenía enfrente lo desconcertaba, cuando la vio entrar al gimnasio y pararse a presenciar la pelea, creyó que se trataba de una de esas niñas curiosas que a veces llegaban a observar, así que al terminar el combate quiso divertirse un poco y volvió sus ojos a ella, con la intención de intimidarla y ver las reacciones graciosas que de seguro tendría. Nada de eso pasó, al chocar sus miradas parecía preso, trato de moverse, pero le fue imposible, trato de apartar la mirada; pero se perdió instantáneamente en las oscuras y expresivas pupilas. Al oír la voz del maestro que guiaba la pelea volvió en sí, con una extraña sensación que hacía mucho tiempo no sentía, trató de comportarse con normalidad, ignorando la situación y yendo a la fuente a tomar un poco de agua. Vio desde lejos que los demás se reunían y que uno de sus amigos salía corriendo hacia la cancha de futbol, al acercarse un poco más escuchó la voz de Miranda  llamándolo, y sin dejarlo asimilar bien la noticia, lo designó como “tutor” de la misma chica que segundos antes había capturado su atención.

No sabe exactamente qué es lo que siente, porque no podía gustarle, en absoluto es su tipo, se repite constantemente sin estar seguro de la aseveración, pero las de “su tipo” ya lo habían desilusionado varias veces. Esta fue la razón por la que se propuso cambiar su actitud de buen chico por la de duro y difícil de tratar   al entrar a la universidad, además se sentía un poco tímido al estar lejos de su casa, en Argentina, y en un lugar nuevo y extraño como lo era Italia. <Está decidido> piensa, tratará a la chica justo como a todos los demás, de cualquier manera ella tampoco es dulce o tierna como alguien pensaría al ver su aspecto sutil y  cándido.

--- Bien a las tres, pero saldrás una hora después, aquí no hay favoritismos con las chicas y vas a tener que demostrar que mereces estar en el equipo- deja caer las palabras sin delicadeza alguna y vuelve a ver a sus ojos, esperando alguna reacción.

--- Ok- ella corta cualquier intento de conversación y se da la vuelta con la intención de retirarse.

--- ¡¡Oye!!- al oír la frase, Blanca detiene su marcha sin volver la mirada- no me llames “tutor”, me haces parecer mayor, dime Daniel- su voz se vuelve grave.

--- No puedo llamarte “Daniel”, no somos ni seremos amigos… - dice finalmente, viendo de reojo, y alejándose del lugar.

<<… porque soy tu tutor, y las reglas lo prohíben… por desgracia>> lo dice solamente para él creyendo que ella está demasiado lejos para escucharlo, ya comienza a dar  la vuelta y camina hacia los vestidores, con el pensamiento aturdido y la mirada perdida, no estaba esperando conocer a nadie así cuando se levantó ese día por la mañana.  

< “por desgracia”… ¿qué se supone que significa eso?> se dirige a su habitación repitiendo automáticamente, una y otra vez, lo último que le oyó decir. Oyó la frase de Daniel completa y claramente, pero desearía no haberlo hecho, ahora su cabeza es un nudo y su corazón se encoge cada vez que piensa en su reciente comportamiento. <Daniel, Daniel, Daniel… > se lleva las manos a sus mejillas y suspira, en ese preciso momento no hay otro nombre en su cerebro, pero entonces recuerda el poema de Jean Paul, cruza las manos, una sobre la otra, a la altura de su corazón y suelta un nuevo suspiro. <Necesito dormir> se dice, y es que quizás sea la única forma en que pueda tener un poco de paz… eso si ambas voces no aparecen hasta en sus sueños.




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